El Dr. Francisco Esparza Parada es un referente para el Sector Salud de Aguascalientes, y es que dejó parte de su experiencia como titular primero del ISSEA y en años recientes como secretario de Salud.
Él recibió a HIDROCÁLIDO en su Clínica de Rehabilitación, en donde platicó varias anécdotas y dejó ver el aprecio que tiene a sus amigos de la PGR -Pura Gente Ruca- como se hacen llamar, con quienes se reúne cada semana a tomar el café o a desayunar.
¿Así que es trianero?
Mis padres se avecindaron en el Barrio de Triana donde pasé mi infancia y gran parte de mi juventud.
En aquellos tiempos, obviamente un barrio mucho más tranquilo.
Llegamos a vivir a la calle Colón, luego nos cambiamos a la calle Abasolo frente al Jardín del Encino, en el 107, allí crecimos y pues con todos los amigos del barrio hacíamos deporte.
Allí teníamos un equipo de futbol que se llamaba El Triana, pero no era muy bueno, más bien me divertía, era como la muela del juicio, malo y picado, me encantaba pegarle a la pelota, pero hacíamos algo de deporte con todos los amigos del barrio.
¿Por qué se decidió por la medicina, si sus padres fueron rancheros?
No voy a decir que desde niño quería ser doctor, no; mi inquietud se dio porque en el barrio había un muchacho que era el galán, buen deportista y estudiante, buen vecino, buen amigo, y se fue a estudiar medicina a la UNAM, yo lo admiraba a él y lo seguí porque quería ser como él.
Se trata del doctor Ignacio Navarro Castañeda, él era un poco mayor que yo y era como un ícono en El Encino, él me inspiró para estudiar Medicina.
Pues mi idea era irme a la UNAM, pero justo yo salí de la prepa en 1968 cuando estaba el conflicto de los universitarios con el Gobierno Federal, y como los papás tampoco querían que nos fuéramos a estudiar a la capital, les daba miedo, es que empecé en Guadalajara, ya luego me cambié a la UNAM donde terminé. Venía cada que podía, mas bien, mandaba cartas y telegramas a mis papás.
¿Por qué se decidió por la Medicina Física y Rehabilitación?
Yo quería ser Cirujano Plástico pero me animé por mi especialidad porque aquí sólo la doctora Marilú Vargas se dedicaba a la Rehabilitación, era la encargada de esa área en el IMSS, entonces era buena oportunidad. Ahora todavía somos pocos, unos 12 los que nos dedicamos a esto.
Como médico y como titular del Sector Salud, ¿fue difícil compaginar sus actividades con su familia?
Uy sí, mucho. Mi esposa me llegó a comentar varias veces que parecía mamá sola, pues siempre andaba con nuestros hijos a todas partes y en sus actividades siempre sólo ella, ocasionalmente yo iba, pero la labor con los hijos y los buenos muchachos que son, es más bien gracias a ella.
¿Con tanto ir y venir, cómo conoció a su esposa, dónde?
Bueno, a ella la vi por vez primera cuando fui a hacer mis prácticas al Hospital Hidalgo, ella era la asistente de la Dirección, entonces no hubo flechazo, más bien, hasta que me incorporé a trabajar que nos hicimos amigos y empezamos a salir, todo fue lento, la amistad y luego el amor y aquí seguimos.
Al principio como muchas parejas, le batallamos porque ella egresada de Nutrición y yo de Medicina, pues nos casamos y no teníamos nada estable, pero poco a poco crecimos.
Recuerdo que yo le presumí tanto a Aguascalientes al que fue mi maestro de Medicina de Rehabilitación que al tiempo él se vino a vivir aquí, y cuando yo obtuve mi especialidad, creí que sería más fácil incorporarme al IMSS pues la doctora Marilú se había jubilado y cuál fue la sorpresa, que mi maestro vino por ese puesto, me quedé sin nada, no teníamos hijos pero ya casados, teníamos gastos.
¿Entonces dónde inició su carrera en el servicio público?
Como le comentaba, ya casado y con compromisos, sin trabajo en mi especialidad, pues empecé a buscar la oportunidad. Tenía a mi amigo, el doctor Guillermo Aguilar Lechuga que ya estaba como Médico Forense, en el sexenio del Profesor Cuco Esparza, fuimos con el procurador Mario López Hernández a que me diera oportunidad de hacer la suplencia, me sentía capaz, porque mientras hice mi especialidad me refugiaba en el SEMEFO allá en México, iba los sábados y domingos porque además, allí me ahorraba la comida de esos días. Aprendí y por eso es que me gané la primera oportunidad laboral y fui 10 años Médico Forense de 1980 a 1990, en un Estado todavía muy tranquilo, uno que otro accidente, no como ahora, era otro Aguascalientes, también estuve como docente en la UAA, por las noches en el SEMEFO, este ajetreo hizo que me perdiera en gran parte ver crecer a mis 2 hijos.
¿Le duele haberse perdido la infancia de sus hijos?
No tanto como doler, pero sí me hubiera gustado haber pasado más tiempo con ellos, pero ahora lo paso con mi nieto, aunque no es lo mismo, pero me doy cuenta clara de lo que pudieron haber hecho mis hijos mientras estuve trabajando para fincar un futuro y bienestar para mi familia. Por eso estoy eternamente agradecido con Aurora, mi esposa por haberse encargado de Susana y Gonzalo.
Pero sí, fue un tiempo que aproveché para el desarrollo profesional pues a la par me llegaron oportunidades dentro de la UAA, inclusive fui miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad, tuve una trayectoria en la academia y luego por circunstancias de la vida, en el ISSEA en 2 sexenios y ya como secretario de Salud con Carlos Lozano.
¿Alguna satisfacción personal por sus encargos en el Sector Salud doctor?
Hay que recordar que a Ramírez Isunza le debemos esa transformación en el Hospital Miguel Hidalgo, pues lidereó a un grupo de médicos y yo tuve la suerte de participación con él en este proyecto, tiempo en el que se logró hacer la primera cirugía cardíaca, el primer trasplante renal, el primero de córnea, se hicieron las cuestiones de cirugía cardiovascular, entre otras cosas innovadoras en aquel tiempo.
Cuénteme esa anécdota con el paciente que a pesar de haberle salvado la vida, exigió sábanas en su cama.
Una que me de dejó moraleja y cuando puedo, la platico con otros médicos, se trató de una persona que estuvo al borde de la muerte tras un accidente los médicos que lo atendieron estuvieron muy atentos y pusieron su mejor esfuerzo, nunca pensamos que fuera a sobrevivir, duró como 45 días hospitalizado.
Yo acostumbraba en el Hospital Hidalgo ir a dar de alta a los pacientes, cuando fui con él a darle la buena nueva, lo felicitaba por haberse recuperado, yo esperaba el agradecimiento hacia el personal que lo atendió, pero no fue así, su reclamo fue que un día no tuvo sábanas. Primero sentí una cachetada, pero luego me dí cuenta que un paciente lo que espera es recuperar su salud y pone su persona en manos de los médicos y sí los doctores hacen todo lo posible, pero son los pequeños detalles los que hacen que el paciente no se sienta debidamente atendido, en este caso fueron las sábanas, pero en otros puede ser el saludo o la amabilidad y son reclamos legítimos.