“También somos humanos”, dice con voz cansada Nathalie García, quien lleva más de 20 horas atrapada en la carretera León–Aguascalientes. Salió de la Ciudad de México el lunes a las dos de la tarde rumbo a Aguascalientes; un viaje de seis horas que se convirtió en una larga espera bajo el sol, sin agua, sin comida y sin saber cuándo podrá continuar.
Como ella, cientos de personas permanecen varadas desde la tarde del lunes a causa del paro nacional de agricultores y productores, quienes exigen atención urgente a la grave crisis que atraviesa el campo mexicano. Reclaman precios justos, apoyo del gobierno y fin al abandono del sector.

Desde tempranas horas, tractores y maquinaria agrícola bloquearon tramos carreteros, entre ellos la vía León–Aguascalientes. La tensión creció cuando los manifestantes comenzaron a lanzar cebollas sobre el asfalto, símbolo de su hartazgo ante los bajos precios que reciben por este producto.
En entrevista con JLMNoticias, Nathalie relató que los pasajeros del autobús ETN apenas han probado bocado.
“Por seguridad, no nos permiten bajar. Hay una mujer embarazada que está muy nerviosa, y ya no tenemos ni agua ni batería en el celular”, cuenta.
La desesperación aumenta entre quienes llevan horas atrapados sin respuesta ni presencia de las autoridades.
Bloqueos en todo el Bajío
El panorama se repite en varios puntos del país. En Irapuato, la carretera Silao–Irapuato permanece cerrada a la altura de la comunidad de Juárez. En Aldama, Guanajuato, hay pasajeros detenidos desde las cinco de la tarde del lunes; algunos venían de Aguascalientes con destino a la Ciudad de México y reportan falta de comida, agua y presencia de ladrones en la zona. En Morelia-Zinapécuaro, otros llevan más de 24 horas varados.
«No queríamos llegar a esto”
Fernando Sánchez, líder agrícola y vocero de los manifestantes, ofreció disculpas por los bloqueos, asegurando que no buscan dañar a nadie, sino exigir una respuesta real del gobierno.
“No es nuestra intención afectar a las personas, pero si no tomábamos este camino, la canasta básica se encarecería y nos culparían a nosotros”, afirmó.
Los productores denuncian que producir una hectárea de maíz cuesta cerca de 55 mil pesos, pero el precio industrial por kilo apenas alcanza 5.20 pesos, lo que representa pérdidas de más de 20 mil pesos por cosecha.
Ellos piden 7 mil 200 pesos por tonelada, un precio que consideran justo para cubrir los costos y garantizar la continuidad del campo.
También señalaron la presunta influencia de Altagracia Gómez, presidenta del Consejo de Administración de Grupo Minsa y parte del Consejo Asesor Empresarial, a quien vinculan con intereses industriales que, aseguran, protegen a grandes harineras como GRUMA por encima de los productores.
Según Sánchez, el movimiento no es improvisado.
“Durante 45 a 75 días participamos en mesas de diálogo con el gobierno, pero no hubo avances. Llevamos anunciando la protesta desde hace una semana para evitar una crisis alimentaria mayor”.
Un país detenido
Mientras tanto, las carreteras del Bajío siguen bloqueadas. Personas que viajaban por trabajo, salud o rutina enfrentan la misma incertidumbre y desesperación de no saber cuándo podrán volver a casa.
Hay quienes han perdido vuelos, citas médicas o simplemente la paciencia ante la falta de información y apoyo.
La realidad es que no solo quienes están en situaciones críticas o de viaje enfrentan estos riesgos, sino también quienes transitan diariamente por necesidad o rutina, como los transportistas que viven de su trabajo y tienen familias esperando su regreso seguro.
No se trata de invalidar la protesta, sino de reconocer que, más allá de un paro nacional, se están afectando la seguridad, la salud y la vida cotidiana de personas ajenas al conflicto. El paro persistirá hasta que alguna autoridad ofrezca una respuesta real y efectiva a las demandas de los productores del campo, manteniéndose activo hasta lograr una solución concreta que garantice un cambio y no quede solo en promesas.

