París, 27 abr (EFE).- Paralizada desde mediados de marzo por la pandemia de coronavirus, la reconstrucción de Notre Dame de París se reanudó este lunes a fuego lento con la puesta a punto de las medidas de seguridad que permitan la vuelta progresiva de sus obreros.
A simple vista nada delata que la catedral parisina inaugure una nueva etapa. Solo el paso puntual de algún trabajador, cubierto con mono y mascarilla, apunta que la actividad regresa a un templo que rozó su hundimiento cuando el incendio del 15 de abril de 2019 destruyó su aguja central y parte de su cubierta.
Christophe es uno de esos empleados. De 28 años y originario de Metz, en el este del país, para él es también el primer día de trabajo en esta obra histórica como uno de los encargados de las labores de descontaminación.
El fuego fundió gran parte de las placas de plomo que había sobre el tejado y las diseminó por la zona en forma de partículas contaminantes, y el dispositivo instalado anteriormente para proteger al personal será reforzado para evitar también una posible infección por COVID-19.
Ese primer grupo de trabajadores se ocupa desde este lunes de que los vestuarios, las duchas y las oficinas estén adaptados a las medidas de distanciamiento social impuestas por el Ejecutivo francés para frenar la pandemia.
Además de monos y mascarillas, el organismo público que orquesta la restauración ha previsto la distribución de gel hidroalcohólico facilitado por el consorcio del lujo LVMH, alojamiento en hoteles a precio de coste para quienes lo necesiten y comidas ofrecidas por la Fundación del Patrimonio y el grupo de restauración Sodexo.
Christophe va completamente cubierto y confía en que sea suficiente: «Ya veremos cómo estoy cuando todo esto acabe», dice a EFE al finalizar su jornada.
El arquitecto jefe, Phillippe Villeneuve, al frente de las labores de estabilización y recuperación, reunió este lunes a los pies del templo a una decena de responsables para evaluar que el nuevo dispositivo sanitario esté listo para la reincorporación del grueso de trabajadores, en principio a partir del 4 de mayo.
«No podemos hacer que los compañeros vuelvan al trabajo si no les proporcionamos condiciones seguras», dijo en la emisora «Europe 1», consciente de que el respeto estricto de las reglas implicará también un tiempo de adaptación.
La instalación de nuevos vestuarios y duchas ya estaba en marcha antes de que el 16 de marzo, la víspera del inicio del confinamiento en Francia, esta se viera paralizada por la situación sanitaria.
La retirada de los andamios que hace un año estaban levantados para restaurar la aguja de la torre central y que el incendio dejó calcinados no tiene una fecha fija, pero se calcula que podría tener lugar en tres o cuatro semanas.
Pese a los numerosos obstáculos, como fuertes temporales, que el calendario previsto se ha encontrado en el último año, Villeneuve confía en respetar la fecha de 2024 avanzada por el presidente, Emmanuel Macron, para la reapertura del templo.
«Haremos todo lo posible para cumplirla. Esa fecha no es la de la finalización de las obras, sino aquella en la que la catedral debería estar preparada para el culto católico», añadió el arquitecto jefe.
En este tiempo solo ha habido dos misas, simbólicas y con una asistencia muy reducida: en junio, dos meses después de haber sido devastada por las llamas y coincidiendo con su Fiesta de la Dedicación, y el pasado 15 de abril, conmemorando un año del incendio.
«Saber que reanudamos las obras produce esperanza», dijo hoy el rector de Notre Dame, Patrick Chauvet, en la cadena «BFM TV», donde dejó claro que de un día para otro no se podrá contar con los 150 trabajadores habituales, porque hay que enmarcar bien todas las condiciones sanitarias antes de que puedan volver «progresivamente».
Marta Garde