Quito, 4 ene (EFE).- Hacer buen cine es «una acto heroico» en Ecuador y en el mundo, afirmó la directora ecuatoriana Gabriela Calvache, quien confía en que «La mala noche», su última producción, logre destacar en la próxima edición de los premios Ariel, de México.
Y es que, además de buscar financiación y apoyos para difundir las producciones, hacer cine de calidad supone un sacrificio personal en un oficio que muchas veces resulta ingrato, añadió Calvache en una entrevista con Efe.
Ella ve así al cine en general, pero está segura de que el oficio al que decidió dedicarse también le ha dado muchas satisfacciones, sobre todo por el apoyo del público y la entrega de los actores a los que dirigió.
Por eso, dijo, su película fue nombrada para participar en los premios Oscar y los Goya, a los que no pudo llegar por la alta competitividad que existe en el medio.
No obstante, confía en que esto cambiará con los premios Ariel, pues además su película tiene una coproducción mexicana.
En su país «La mala noche» fue vista por 30.000 personas en las salas, algo que se destaca si se considera que la película incluye varias escenas de desnudos masculinos frontales, lo que aparentemente podía chocar con una sociedad conservadora como la ecuatoriana.
Pese a ser «una película dura y oscura, muy fuerte», se registró mucho interés por esta producción en un ambiente donde el público, aparentemente, estaba acostumbrado al cine de Hollywood, agregó la directora.
Esto demostró que «el público ecuatoriano es muy inteligente» y muy conocedor de la cinematografía, añadió Calvache que aún no tiene en mente nuevos proyectos, pues de momento piensa en descansar y atender a sus hijas, tras el extenuante camino que ha supuesto llevar adelante su primera gran película.
El proyecto, recordó, tardó unos ocho años desde la idea inicial y su realización demandó de ella mucho tiempo y esfuerzo. «La mala noche fue un camino largo de ocho años» que incluyó una investigación sobre el tema central: la trata de mujeres con fines de explotación sexual.
La realización contó con el apoyo del Instituto del Cine de Ecuador y de fondos del Instituto Mexicano del Cine, algo que permitió que la película fuera difundida con éxito a nivel internacional.
Sin embargo, Calvache sostiene que en Ecuador es complicado hacer cine por la falta de políticas públicas y privadas que apoyen a este sector y que comprendan que el arte es «fundamental para la sociedad».
La directora ecuatoriana también está convencida de que su país tiene un detalle que puede ser explotado a nivel internacional: «el alto número de mujeres directoras», muchas de las cuales han alcanzado elogiosos reconocimientos internacionales.
«Las mujeres directoras tenemos mucho por decir y hacer a nivel internacional», remarcó Calvache que inmediatamente alabó a colegas hombres suyos que también han alcanzado prestigio internacional.
Para ella, el cine debe tener calidad, sobre todo en un momento en que la tecnología amenaza al arte cinematográfico.
«Estamos ante un problema grave por la tecnología», ya que se pueden apreciar producciones de muy baja calidad, con contenidos nada elaborados que se difunden de forma masiva por el internet, agregó.
Para ella, la tecnología ha sido buena porque ha democratizado el cine, lo malo es que «ha democratizado demasiado» y ha hecho tambalear uno de sus valores esenciales: la calidad.
Este «es un momento muy jodido (difícil) que me da mucho miedo» y para el que los cineastas ecuatorianos no están preparados, añadió la directora al afirmar que «la tecnología nos obliga a organizarnos» a quienes integran el mundo cinematográfico.
Y es que para ella, «la calidad en el cine todavía hace que (este) sea un espacio vital» y por el cual vale la pena seguir adelante.
Fernando Arroyo León