Los comerciantes que operan en las inmediaciones de los panteones aprovecharon el Día de Muertos para pasarse de vivos al encarecer en algunos casos de manera exponencial los precios de los productos de mayor demanda, como es el caso de las coronas, arreglos florales y otros, que costaron un ojo de la cara.
Comenzando por los ramos de flores, por solo dos rosas y un crisantemo, el ramito tenía un costo de 50 pesos, pero si querían un ramo un poco más grande, iba desde 250 hasta mil pesos, según las flores naturales.
Por otro lado, las flores de cempasúchil costaban la bolsita 60 pesos y si se compraban dos a cincuenta cada una.
Aunque también los ramos de flores de plástico de mediano tamaño tenían un costo de 350 pesos y qué decir de las coronas, igual de costosas.
Aprovechando la sensibilidad de los compradores, los comerciantes hicieron su agosto y subieron al máximo sus precios.
No sólo fueron flores, sino todo tipo de artículos: desde ropa (usada y nueva), juguetes, perfumes, frutas de la temporada, artículos de cocina, calzado, dulces tradicionales y lentes.
Pero los que sin lugar a dudas fueron los que más ventas tuvieron, además de los vendedores de flores, fueron los comerciantes de comida, ya que sus puestos se vieron concurridos y con gente esperando su turno para comer, aunque variada la comida, igual a un precio elevado de lo normal.
La venta en los dulces, la figura de un cráneo revestido de dulce, conocido como la calaverita de azúcar, que se ha convertido en una de las artesanías más icónicas del país y de los festejos mexicanos fueron de las más vendidas, pero por ser el último de sus ventas, aprovecharon para subirlas de precio y tener la mejor ganancia posible.