Un ejemplo de vida, de lucha, esfuerzo, trabajo, entrega, dedicación a sus hijos y amor a la vida, ella es doña Juana Miramontes Guzmán, quien cerca de los 104 años de edad goza de plena lucidez y compartió con HIDROCÁLIDO su historia.
Nació el 11 de noviembre de 1917, en Mezquitic, Jalisco, actualmente vive en Enrique Estrada, Zacatecas, pero parte de su familia vive en Aguascalientes y sus hijos emigraron a los Estados Unidos, aunque económicamente se hacen cargo de los gastos.
Su familia tiene la sospecha de que en realidad nació en 1915, pero fue registrada dos años después, de manera que en noviembre próximo estaría cumpliendo 106 años.
Aunque presenta dificultades para ver, escuchar y caminar, doña Juanita presume su buen estado de salud, pues a pesar de su edad avanzada no padece ninguna enfermedad crónico-degenerativa, y cuando le duele algo ella misma se prepara alguno de sus remedios naturales, quedando otra vez como nueva.
Sus 100 años fueron celebrados con una misa de acción de gracias y una fiesta, pero dejó claro que para sus 104 años no quiere fiesta.
Con modestia, doña Juanita asegura que su vida no tiene nada de importante y trascendente, sin embargo, reconoce que dedicó gran parte de su vida a traer infinidad de niños al mundo, pues era la partera de su pueblo y siempre la buscaban para ayudar a las mujeres a dar a luz.
También sobaba a las mujeres que no se podían embarazar, contribuyendo al milagro de que se convirtieran en madres, pero además era experta en la preparación de remedios naturales para todo tipo de males, desde un empacho hasta cualquier tipo de malestar.
“La gente me quería y me buscaba mucho, pero ya no me dedico a nada de eso porque ya estoy cansada”, comenta mientras recuerda algunas anécdotas de su juventud, entre ellas, lo mucho que le gustaba bailar: “para eso nadie me ganaba”, agrega con orgullo.
Entre sus recuerdos la constante es mucho trabajo; además de las funciones de medicina que realizaba, se dedicaba también al trabajo en las huertas, donde asimismo se involucraron sus cinco hijos: Teresa, Camerina, Rubén, Juan y Rafael, a quienes logró sacar adelante sola.
A doña Juanita le tocó ser protagonista de una de aquellas historias que muchas veces se han contado, la de la jovencita que se la roba el pretendiente y después la obligan a casarse.
Su historia ocurrió a los 17 años de edad, tenía un pretendiente que le llevaba muchos años de edad, él tenía 55 años años y además era viudo, de manera que no tenía la aprobación de su familia.
Juanita ya tenía todo listo para su boda, con un hombre más joven, y a pocos días del evento se encontraba bañándose en el río cuando de repente apareció el pretendiente que le llevaba 38 años y se la robó.
Las familias de ambos los obligaron a casarse de inmediato, pero al año murió Heriberto Ávila de Bonilla, dejando viuda a Juanita, quien nunca se volvió a casar, porque en esos tiempos las mujeres en esas condiciones eran incomprendidas; sin embargo, tuvo cinco hijos, por lo que tuvo que trabajar intensamente para que no les faltara nada.
“Era muy guapo”, platica Juanita mientras recuerda a su difunto esposo que le hizo la “maldad” y al año se le murió, pero la vida sigue y logró formar su propia familia, conformada por hijos de bien que están al pendiente de ella.
Actualmente vive con una de sus hijas en el mencionado municipio zacatecano, pero con frecuencia visita a su otra hija que vive en Aguascalientes, donde actualmente se encuentra.
La pandemia de Covid-19 es un tema totalmente ajeno para ella, pues por fortuna goza de salud y se mantiene en casa al cuidado de su familia, quienes celebran con orgullo pertenecer a una familia tan longeva, pues uno de los hermanos de Juanita falleció a los 115 años de edad y ella está a punto de llegar a los 104 rodeada por sus cinco hijos, 26 nietos, 68 bisnietos, uno más en camino y 11 tataranietos.