Una madeja de contradicciones ha surgido en los últimos días después de darse a conocer el robo de medicamentos para niños con cáncer.
Los inventarios de medicamentos comprados con dinero de los contribuyentes estaban encerrados en la bodega de un negocio que supuestamente nada tiene que ver con el Gobierno federal que juró y perjuró que manos ajenas no intervendrían en el proceso de compra-venta de este inventario médico, tan escaseado en los últimos tiempos en el país.
Pero el hurto sucedió y empezaron los problemas. La Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios interpuso la demanda después de 5 días del hecho y tras haberle pedido a los padres de niños con cáncer que fueran ellos quienes dieran a conocer la noticia a la población por medio de las redes sociales.
Y sucedió lo inevitable: tronó la bomba, y los paterfamilias de inmediato hicieron público este hecho que vino otra vez a sacudir conciencias, pues los pretextos sobran desde casi a un año a raíz de la llamada política anticorrupción propuesta por el presidente López Obrador, quien afirmó, en su momento, que grandes empresas eran responsables del monopolio de estos medicamentos, por lo que rompió contratos y entonces llegó la burocracia a un área tan sensible.
Cómo no recordar las palabras del secretario de Salud federal, Jorge Alcocer, que fue increpado por papás con menores enfermos a los que dijo que no pasaba nada si eran pospuestos los tratamientos “porque no eran una emergencia”.
Pero que le pregunten a los desesperados padres de los niños que se agravan o que incluso mueren por no recibir las dosis para sus tratamientos, sobre todo las quimioterapias.
Que les pregunten a médicos oncólogos que se truenan las manos para darle a sus pacientes el medicamento y que ellos terminan muchas veces poniendo de sus bolsillos.
No les basta a los responsables ver el dolor y la pena de familias que ven fragmentada la salud física, emocional y hasta su economía cuando uno de sus miembros es diagnosticado con la terrible enfermedad.
No les es suficiente ver el dolor y la angustia de los padres que buscan por todos los medios los medicamentos, ya sea con protestas, con manifestaciones, buscándolos por cielo, mar y tierra y que varios de ellos, que tienen las posibilidades, emigran con sus hijos al extranjero para que sean atendidos.
¿Qué sigue para estas desesperadas familias? Desde enero de este año se cancelaron los apoyos a asociaciones.
No hace mucho tiempo se cancelaron todos los contratos de subrogación en el Sector Salud en México que apoyaban a personas con cáncer.
Ahora la esperanza se cifra en que las investigaciones conduzcan al paradero de los medicamentos que pueden salvar miles de vidas.
Pero mientras tanto, los afectados, como siempre, son los más vulnerables, que en esta ocasión les tocó, otra vez, a los niños con cáncer.