Por si no tuviéramos bastante preocupación con lo que está pasando alrededor del mundo con la pandemia, los vientos de guerra que soplan en Medio Oriente, los problemas económicos que aquejan a todos y de pilón los fenómenos climáticos, ahora, por lo menos en México, Hacienda y especialistas evalúan aumentar precios en tabaco, alcohol y en comida chatarra.
Lo recaudado a través de los impuestos sería, según ellos, para destinarse al sistema de salud que por momentos parece colapsar, ya sea por el coronavirus, las enfermedades crónicas, el cáncer y el desabasto de medicamentos, y en realidad por la atención a todo tipo de padecimientos, y que se ha frenado por el problema global de salud.
Y aunque se supone que en este proyecto el aumento se aplicaría al impuesto, ya sabemos que finalmente impactaría en el precio al consumidor, aunque en estos productos la gente ni se queja.
Y se lo demostramos con un ejemplo: si sube el precio de la leche es un drama colectivo, pero no importa, porque en la dieta familiar seguirá el consumo de refrescos y bebidas azucaradas, cuesten lo que cuesten.
También se ha disparado el consumo de alcohol durante esta crisis sanitaria, pues aseguran los enterados que el confinamiento obliga a cambiar los hábitos de consumo, y ya lo vimos el año pasado. Cuando anunciaron ley seca en algunos Estados del norte no importó la sana distancia, se hicieron filas interminables para comprar bebidas alcohólicas al doble o al triple de su precio, tal era la desesperación de la gente por tener asegurado su vicio.
También, por el Covid-19 y el obligado encierro, sobre todo en la primera ola, aumentó de manera significativa el consumo de los productos chatarra, y por lo tanto la gente subió de peso, porque además de tajo también cambiaron las rutinas, pues de repente llegó el sedentarismo y fue una mala combinación: alimentos que engordan y poco ejercicio.
El tabaco, como todos los vicios, se cocina aparte, pues cueste lo que cueste, que es mucho, los adictos al cigarro no dejarán de comprarlos, pues una cajetilla ronda los 65 pesos, échele cuentas, y al mes serían casi dos mil pesos, pero ahí nadie chista, pues el cigarro ya parece de la canasta básica por el número de adictos a él.
Se supone que los aumentos a los impuestos son para reducir el abuso en el consumo de este tipo de productos y, en un mundo imaginario, al reducir su ingesta se alcanzarían las metas en materia de salud y la prevención de enfermedades se cumpliría a cabalidad, pero ya sabemos que no ocurrirá así.
Entonces, en Hacienda suponen que esta vez sí se logrará ganar la batalla porque es en bien de una causa noble y justa, sobre todo en tiempos de pandemia, sin embargo el consumidor es quien decide qué come, qué toma o qué hace con su cuerpo, pero al final del día en su salud lo hallará.